Como casi nunca tenía ganas de sexo, el marido de esta ama de casa empezó a sospechar y decidió colocar una cámara oculta en casa por si le estaba poniendo los cuernos. Cual fue su sorpresa cuando al revisar la cinta, se encontró a su joven vecino besando a su señora y metiéndole el rabo a cuatro patas sobre el sofá, mientras la zorra infiel de su mujer no paraba de gemir con ese yogurín que tanto gusto le acabó dando.