Tras la boda de nuestros padres, ahora mi nueva hermanastra y yo vivimos juntos y lo cierto es que la muy zorra no me deja en paz. Ella no me ve como familia, sino como un chico con un buen rabo entre las piernas y no hay día que no me pida sexo. Una tarde a solas ya no pude más y al final, sucumbí a sus deseos y terminé follándomela en la cama, perforando su coño para que me dejase en paz de una vez.