La verdad es que llevo años entrenando mi boca a base de mamadas y he conseguido convertirme en toda una experta. Mi garganta puede con lo que sea y en este caso, son varios chicos muy dotados los que van a darse un atracón con mis mamadas. Acabé experimentando arcadas y babeando, pero valió la pena y recibí como recompensa final un vaso de lefa que no dudé en tirarme por toda la cara.